Enumeración del valle. (Y oda a Calingasta)

Menuda democracia de la huerta,
pequeña Babel de la ganadería
mansa y con derechos.

Sombra,
contrapunto,
frescura y rumor
para ver cómo se desploman los vellones del sol.
Sombra sin espera,
erótica molicie
que da tiempo solo al tiempo.

Agua,
reina del resuello
que va, calcárea, en las acequias.
Agua embalada desde arriba,
única alma presurosa,
repartiéndose,
tendiendo sábanas mojadas,
desde sus cabellos de frescura.

Paz del trébol, de la poa,
paz del diente de león,
paz de las chufas descalzas sobre el charco.
Hierbas y forraje
en las ciudadelas de los prados
que recorre barrio a barrio
la eléctrica inquietud de los insectos.

Anfiteatro apacible del cielo sanjuanino
que se alhaja casi igual que en el desierto.
Estrellas, necesaria multitud,
nombres en el cielo
para aliviar al solitario.

Valle,
juvenil pariente del oasis,
ni tan esencial, ni tan hierático,
ni tan poeta, ni tan prudente.
Dispuesto alegre a los convites de setiembre
y a los banquetes del verano
que engordan con las uvas.

Profusión de la alfalfa,
princesa de los pastos.
vestales refulgentes y apiñadas antes de la siega y de los fardos.
Olor a heno de los fardos,
añoranza en el invierno.
Olor a polvo de hielo en los troncos congelados
sólido silencio de la helada.

Obligada hostilidad
en el grande y pobre ladrillo deshornado.
Erosión sobre el adobe,
polvorienta casa de la ausencia
polvoriento muro solitario
bajo los troncos replegados de los sauces.

Perita lentitud del labrador
en el amance de los burros
y en el amance de estaciones.
Paso ingrávido del guanaco
que quiere poco con el hombre,
compañía de los perros
que quieren siempre con el hombre.

Valle, puerto del arribo,
consumación del viaje,
mundo concentrado,
vestigios de riqueza,
alivio desde abajo

Valle
vigilando y a la espera
con su historia,
con su ilusión que proyectan las ventanas,
con su escuela
y su digna biblioteca
donde una muchacha morena
le abre la puerta a la palabra.

Valle
Valle recordado y que recuerda,
mojón de Patria
no pequeña, no mediana.
Mojón de Patria Grande
con su cama limpia,
con su plato tibio,
con promesas alejadas,
con su circunstancia y con su hombre,

con su mujer y con su fruto.
Valle, agua y piedra
pulsación,
lerdo corazón terrestre
donde lo gratuito no es extraño.