En el pequeño almacén donde compraba lo necesario para la casa se habían peleado. Tomasia dirigía el negocio con mano tan calma como firme y el racimo de muchachos solía encontrarse allí antes de salir al mar o a la laguna. El parentesco entre ellos era difícil de establecer. Eran, sí, parientes, y cercanos. Morenos casi todos, parecían caboclos. Había entre ellos varios hijos de Tomasia, quizás de distintos padres. Habría alguno que no fuera hijo de ella. A fin de cuentas, funcionaban como una familia. […]
Cuentos
Pura sangre – Página 12
Se lo había llegado a creer. A pesar de su modestia voluntarista aprendida de los curas que le hacía dudar de cualquier logro, se lo había llegado a creer. De chiquito había mostrado su inclinación al exhibicionismo imitando a los jugadores de fútbol que admiraba. En los partidos de Las Heras, antes de empezar, ejecutaba los piques y los desplazamientos que había visto por televisión. Siempre impecable metido en su pantaloncito y su camiseta, ambos dos talles más grandes del que le correspondía. Era muy flaquito. “Un poco tísico” decía Padín, el director técnico de todas las divisiones cuyos jugadores solía ver cada quince días. […]
Lecciones de francés – La Revista del Siglo
Primera lección. Goncourt, 21 de mayo.
Ella lo ha visto una sola vez, pero lo reconoce enseguida.
Es delgado y fornido. Un cuerpo que los años van a ensanchar.
Alto, casi muy alto.
Él la mira un instante, desde la esquina de enfrente. Se detiene, pero inmediatamente reanuda su marcha. Pisa con toda energía, con mucha seguridad.
Ella espera en la esquina y sonríe. Se sorprende. El también le sonríe, ampliamente. […]
Golazo – Página 12
Lo había visto al enano definir la final con un golazo de los suyos. ¡Por fin, enano querido! La alegría había explotado en las calles y todo el mundo era más amigo y más bueno.
Ahora, dos semanas después, era su turno. Waldo necesitaba meter un gol, era más que urgente, era vital. Hacía diez años que jugaba en la primera de “las Heras” y sabía que ése era su último partido. Necesitaba el gol.
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Del amor truncado – Página 12
En todo pueblo hace falta un bazar, habían pensado los abuelos egipcios de Etemah y en éste de yugoeslavos -que parecen no tener condiciones para el comercio- les fue muy bien.
Su papá siguió con el bazar que ahora atiende su hermana: Saira. Ella sigue siendo hermosa y parece inmunizada a lo que suele suceder con las chicas en el pueblo: aburrirse y engordar bastante.
Saira no se oculta detrás de un velo de seda, lo hace detrás de un velo de movimientos pausados y de silencio. Cómo no envidiarla. Se peina el largo pelo negro con una raya al medio y lo recoge a los costados después de dejarlo caer en dos ondas amplias y sueltas. Nadie sabe cuán largo lleva el pelo.
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Fumar y fumar – La Revista del Siglo
Ya es una costumbre. Algo que seguramente empezó como un gusto, o quizá como una necesidad. Se ha vuelto un ritual: algo que se hace porque sí. No puedo decir que me guste. No sé hasta dónde puede gustarme este pocillo de losa, liso y basto, imposible de gastar de tan grueso. Y el café que mi estómago empieza a rechazar, aunque lo pida cortado. Caeré, seguramente, en el te con leche, al que después también tendré que abandonar. […]
El bastón – Página 12
Es un hombre entrando en la vejez. Lleva un bastón blanco, de material plástico. Sin embargo, le parece que ve. Porque fija los ojos, alternativamente, en puntos que existen. Presiente que no son ojos que operan desprovistos de sí, buscando lo que no conocen. Mucho menos cuencas ocupadas por guiñapos de carne.
Apenas ingresa se toma del pasamanos de arriba. Seguramente se ha dado cuenta de que, junto a él, los dos asientos están ocupados. Son dos tipos jóvenes. […]
¡Súcubu! – La Revista del Siglo
La Historia comienza en Lisboa. Llegamos para la misma temporada a cubrir distintos temas a cerca de la ciudad, yo para el diario y Martín para la revista.
Me gusta llegar a Lisboa por aire, como esa vez. El avión suele cruzar el Tajo antes de echarse al aeropuerto, en medio de la ciudad. Casi siempre hay sol y relucen los techos rojos y los manchones verdes.
Y ahí está Lisboa […]
Las moscas, comportamiento. El caso Rai – La Revista del Siglo
Que las moscas estén difundidas en todo el planeta, que ya desde niños hayamos convivido con su ubicua presencia o que más de una vez hayan desbaratado alguna prometedora siesta veraniega a la sombra de árboles añosos, son hechos que no propician el asombro. Pero conocer la intimidad de sus sentimientos o la causa profunda de sus acciones es, en cambio, patrimonio de muy pocos. Probablemente el largo ensayo de Jacques Duerf “Psychologie des Insectes”, Leipzig,1941, sea uno de los que, con más precisión y amplitud, describa ese tópico. Allí puede, en el capítulo que les dedica especialmente, adentrarse el estudioso, en la intensa consciencia del presente que caracteriza a la mosca. Basta con observar atentamente sus gregarios vuelos circulares, que a ojos bisoños pueden parecer erráticos, para notar que las evoluciones tienen sentido de ritmo, de comunicación, y de entrega total a la acción de conjunto. […]
Libertad, igualdad y fraternidad – Página 12
Soy tu amiga y te lo tengo que decir. Me encantó lo que pasó después. En serio que me encantó. Te digo que no termino de entenderlo, la cosa es que me encantó. ¿Vos qué pensás?
¿Sabés qué sentí Chuni? No sé cómo decírtelo. No sé. Un sentimiento bueno, tranquilo… de buena onda, casi de fraternidad, eso: de fraternidad.
Yo no me lo había imaginado ni por las tapas. Bah, capaz que sí, que alguna vez lo pensé. Te pasa, ¿viste? Te pasa, creo. Eso de imaginarse tal o cual situación. Pero con Eliseo me parecía imposible. […]